La Cultura de la Ciencia

La Ética Científica: Estándares éticos y sus implicaciones


¿Sabia usted de que los crímenes de guerra durante la Primera Guerra Mundial dieron como resultado el Código Nuremberg, un conjunto de principios éticos que aun guían la investigación científica hoy en día? Aunque la mayoría de los científicos se comportan de manera ética, casos de fraude y mala conducta resaltan la necesidad de un sistema de ética para asegurar el comportamiento apropiado y la investigación confiable en la ciencia.


En la ciencia, como en todas las profesiones, algunas personas tratan de engañar al sistema. Charles Dawson fue una de estas personas, un arqueólogo y paleontólogo amateur británico que nació en 1864. Hacia fines del siglo XIX, Dawson descubrió varios fósiles aparentemente importantes. Como no era propenso a la modestia, nombró muchas de las especies que recién había descubierto con su propio nombre. Por ejemplo, Dawson encontró dientes fósiles de especies mamíferas que hasta ese entonces no eran conocidas y que subsiguientemente llamó Plagiaulax dawsoni. Nombró una de las tres nuevas especies de dinosaurio que encontró Iguanodon dawsoni y una nueva forma de planta fósil Salaginella dawsoni. Su trabajo le dio bastante fama: se lo eligió socio de la Sociedad Geológica británica y se lo designó para ocupar un lugar en la Sociedad de Antigüedades de Londres. El Museo británico le confirió el título de Coleccionista honorario y el periódico inglés The Sussex Daily News le dio el apodo de "Mago de Sussex".

Figura 1: Charles Dawson (derecha) and Smith Woodward (centro) excavando la gravilla de Piltdown.

Su descubrimiento más famoso, sin embargo, fue a fines de 1912, cuando Dawson mostró en público las partes de un cráneo y una mandíbula y convenció a los científicos que los fósiles provenían de una especie nueva que representaba el eslabón perdido entre el hombre y el simio. El "hombre de piltdown," como se conoce este descubrimiento, causó un gran impacto y confundió a la comunidad científica durante décadas, hasta mucho después de la muerte de Dawson en 1915. Aunque algunos científicos dudaron del descubrimiento desde el principio, en gran parte se lo aceptó y admiró.

En 1949, Kenneth Oakly, un profesor de antropología en la Universidad de Oxford, fechó el cráneo usando una prueba de absorción de flúor recientemente disponible y encontró que tenía 500 años en vez de 500,000. A pesar de esto, hasta Oakley continuó creyendo que el cráneo era auténtico, pero que había sido fechado incorrectamente. En 1953, Joseph Weiner, un estudiante de antropología física de la Universidad de Oxford, asistió a una conferencia de paleontología y se dio cuenta que el hombre de Piltdown sencillamente no encajaba con los otros fósiles de los ancestros humanos. Comunicó sus sospechas a su profesor en Oxford, Wilfred Edward Le Gros Clark y ambos se las comunicaron a Oakley. Poco después, los tres se dieron cuenta que el cráneo no representaba el eslabón perdido, sino que más bien era un complicado fraude en el que se combinó un cráneo humano del medievo con la mandíbula de un orangután y los dientes de un chimpancé fosilizado. Los huesos estaban tratados químicamente para que parecieran más antiguos y se habían implantado hasta los dientes para que encajasen con el cráneo. Tras esta revelación, se concluyó que por lo menos 38 de los descubrimientos de Dawson eran falsos y que fueron creados en su búsqueda de la fama y el reconocimiento.

Los avances en la ciencia dependen de la fiabilidad de la historia de la investigación, por lo que, afortunadamente, los tramposos y charlatanes como Dawson son la excepción y no la norma en la comunidad científica. De todas maneras, los casos como Dawson juegan un papel importante para ayudarnos a entender el sistema de la ética científica y el comportamiento apropiado en la ciencia.

El papel de la ética en la ciencia

La ética es una serie de obligaciones morales que define lo correcto y lo equivocado en nuestras prácticas y decisiones. Muchas profesiones tienen un sistema formalizado de prácticas éticas que ayudan a guiar a los profesionales en el campo. Por ejemplo, los doctores generalmente toman el juramento Hipocrático, que, entre otras cosas, plantea que los doctores "no hagan daño" a sus pacientes. Los ingenieros siguen una guía ética que plantea que "se adhieran principalmente a la seguridad, salud y bienestar del público." Dentro de estas profesiones, como en la ciencia, los principios están tan arraigados que los profesionales casi nunca tienen que pensar sobre cómo se adhieren a la ética ya que es parte de la forma en que trabajan. Una infracción de la ética está considerada como muy seria y se la castiga, por lo menos dentro de la profesión (con la revocación de la licencia, por ejemplo) y, algunas veces, también con la ley.

La ética científica apela a la honestidad y la integridad en todas las etapas de la práctica científica, desde la divulgación de los resultados, independientemente de cuales sean, hasta la atribución adecuada de los colaboradores. Este sistema de la ética guía la práctica de la ciencia, desde la recopilaciónn de datos a la publicación y más alla aún. Como en otras profesiones, la ética científica está muy integrada en la manera que trabajan los científicos y ellos son muy concientes que la fiabilidad de su trabajo y el conocimiento científico en general depende de la adhesión a esa ética. Muchos de los principios éticos en la ciencia están relacionados con la producción de un conocimiento científico imparcial, que es esencial cuando otros científicos tratan de expandir los resultados de las investigaciones o basarse en ellas para otros estudios. La publicación de datos que sea fácilmente accesible, la revisión por parte de colegas, la duplicación y la colaboración que requiere la ética científica, ayudan a que la ciencia progrese continuamente mediante la validación de los resultados de investigación y confirmando o formulando preguntas sobre los resultados (vea nuestro módulo Literatura científica para obtener más información).

La comunidad científica trata algunas infracciones de los estándares éticos, como la fabricación de datos, mediante medios similares a otras infracciones éticas en otras disciplinas, por ejemplo, con el despido laboral. Sin embargo, existen desafíos a los estándares éticos menos obvios que ocurren con más frecuencia, por ejemplo, cómo otorgarle a un rival científico una evaluación negativa en el proceso de revisión de colegas. Estos incidentes se asemejan más a parquearse en una zona designada como prohibido parquear, ya que van en contra de las reglas y pueden ser injustas, pero frecuentemente no se las castiga. Algunas veces, los científicos sencillamente cometen errores que pueden parecer infracciones éticas, como la cita inapropiada de una fuente o colocar una referencia engañosa a propósito. Y como cualquier otro grupo que comparte metas e ideales, la comunidad científica trabaja conjuntamente para tratar estos incidentes de la mejor manera posible, en algunos casos con más éxito que en otros.

Los estándares éticos en la ciencia

Desde hace mucho tiempo que los científicos mantienen un sistema informal de ética y guías para realizar investigaciones, pero las guías éticas en sí no se desarrollaron hasta mediados del siglo XX, después de una serie de infracciones éticas y crímenes de guerra que tuvieron mucha repercusión. Hoy día, la ética científica se refiere a unos estándares de conducta para los científicos que es generalmente definida en dos amplias categorías (Bolton, 2002). Primero, los estándares de métodos y procesos se ocupan del diseño, los procedimientos, el análisis de datos, la interpretación y el informe de los esfuerzos de la investigación. Segundo, los estándares de temas y resultados se ocupan del uso de sujetos humanos y animales en la investigación y las implicaciones éticas de algunos resultados de la investigación. Juntos, estos estándares éticos ayudan a guiar la investigación científica y aseguran que los esfuerzos de investigación (y los investigadores) acaten varios principios esenciales (Resnik, 2008), incluidos:

  1. La honestidad en la información de los datos científicos.
  2. La cuidadosa transcripción y análisis de los resultados científicos para evitar errores.
  3. El análisis independiente y la interpretación de los resultados basados en los datos y no influidos por fuentes externas.
  4. Publicar y presentar en régimen abierto los métodos, los datos y las interpretaciones.
  5. La suficiente validación de los resultados mediante la duplicación y la colaboración con colegas.
  6. La atribución adecuada de las fuentes de información, los datos y las ideas.
  7. Las obligaciones morales hacia la sociedad en general y, en algunas disciplinas, la responsabilidad para determinar los derechos de los sujetos animales y humanos.

La ética de los métodos y procesos

Figura 2: Un transistor común, para el cual Jan Hendrick Schön declaró haber encontrado una alternativa a escala molecular.

Los científicos son humanos y los humanos no siempre cumplen las leyes. La comprensión de algunos ejemplos de mala conducta nos ayudará a entender la importancia y las consecuencias de la integridad científica. En 2001, el físico alemán Jan Hendrik Schön que obtuvo transitoria prominencia por lo que parecía ser una serie de grandes descubrimientos en el área de electrónica y nanotecnología. Schön y dos coautores publicaron un trabajo en la revista Nature donde argumentaban que habían producido una alternativa a escala molecular para el transistor (Figura 2) que se usa comúnmente en los aparatos de consumo (Schön et al, 2001). Las implicaciones de esto eran revolucionarias, un transistor molecular podía permitir el desarrollo de microchips para la computadora mucho más pequeños que los que estaban disponibles en ese momento. Como resultado, Schön recibió varios premios de investigación sobresaliente y la revista Science consideró que su trabajo era uno de los "grandes avances del año" en 2001.

Sin embargo, los problemas empezaron a aparecer muy rápidamente. Los científicos que trataron de duplicar el trabajo de Schön no lo pudieron hacer. Lydia Sohn, en ese entonces una investigadora de nanotecnología en la Universidad Princeton, notó que dos experimentos diferentes que Schön había realizado a temperaturas muy diferentes y publicado en trabajos diferentes parecían tener patrones idénticos de ruido de fondo en los gráficos usados para presentar los datos (Service, 2002). Cuando se lo confrontó con el problema, Schön inicialmente dijo que él había sometido el mismo gráfico con dos manuscritos diferentes. Sin embargo, poco después, Paul McEuen de la Universidad Cornell encontró el gráfico en un tercer trabajo. Como resultado de estas sospechas, los Laboratorios Bell, la institución de investigación donde Schön trabajaba, empezó una examinación de su trabajo en mayo del 2002. Cuando el comité que dirigía la investigación intentó estudiar las notas y los datos de la investigación de Schön, encontró que él no tenía un cuaderno de notas del laboratorio, que había borrado todos los archivos de su computadora con los datos en bruto (argumentó que necesitaba el espacio adicional en su computadora para nuevos estudios) y que había botado o dañado todas sus muestras experimentales por lo que resultaban irreconocibles. El comité finalmente concluyó que Schön había alterado o fabricado totalmente los datos en, por lo menos, 16 instancias entre 1998 y 2001. El 25 de septiembre de 2001, los laboratorios Bell echaron a Schön, el mismo día que recibieron el informe del comité que investigaba el caso. El 31 de octubre de 2002, la revista Science retractó ocho trabajos escritos por Schön, el 20 de diciembre de 2002, la revista Physical Review retractó seis y el 5 de marzo de 2003, la revista Nature hizo lo mismo con siete trabajos de Schön que habían sido publicados.

Estos actos "las retracciones y el despido" son los medios que la comunidad científica usa para enfrentarse a graves y malas conductas científicas. En 2004, la Universidad de Konstanz, en Alemania, donde Schön recibió su doctorado, fue más allá y le pidió que devuelva los documentos de su doctorado en un esfuerzo de revocarle su grado. En 2008, el asunto seguía en los tribunales. Si se revoca el grado de Schön (y hasta si no se lo revoca), es poco probable que pueda conseguir otro trabajo como investigador científico. Está claro que las consecuencias de la mala conducta científica pueden ser nefastas: destitución total de la comunidad científica.

Frecuentemente se cita el incidente Schön como un ejemplo de mala conducta científica porque infringió muchos de los esenciales principios científicos éticos. Schön admitió que falsificó datos para hacer que las pruebas del comportamiento que observó fuesen "más convincente." También cometió muchos errores al trascribir y analizar sus datos, violando así los principios de honestidad y cuidado. Los artículos de Schön no presentaban su metodología de manera tal que otros científicos pudiesen repetir el trabajo. Realizó pasos deliberados para oscurecer sus notas y datos crudos, con lo cual evitó que la metodología y datos vuelvan a ser analizados. Finalmente, mientras que el comité que revisaba el trabajo de Schön exoneró a sus coautores de mala conducta, emitió una serie de preguntas sobre la apropiada vigilancia que estos exhibieron es su colaboración y copublicación con Schön. Aunque los motivos de Schön nunca se identificaron totalmente (él continuó argumentando que las instancias de mala conducta se podían explicar como simples errores), se ha propuesto que su búsqueda personal de reconocimiento y gloria, predispuso su trabajo de tal manera que se enfocó en producir concusiones específicas en vez de analizar objetivamente los datos que obtenía.

Punto de Comprensión
El primer paso para descubrir la violación de la ética de Schon fue cuando otros investigadores
Correct!
Incorrect.

La ética de los temas y las conclusiones

A pesar de sus mayúsculas infracciones a la ética científica, no se levantaron cargos delictivos contra Schön. En otros casos las acciones que infringen la ética científica también infringen fundamentales estándares morales y jurídicos. Una de estas instancias en particular, la brutalidad de los científicos nazis en la Segunda Guerra Mundial, fue tan grave y discriminatoria que condujo a la adopción de un código internacional que gobierna la ética de investigación.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los científicos nazis lanzaron una serie de estudios y algunos estaban diseñados para medir los límites que los humanos podían ser expuestos a diferentes elementos, en nombre de la preparación de los soldados alemanes para la guerra. Los experimentos sobre los efectos de la hipotermia en los humanos fueron de los más tristemente célebres. Durante esos experimentos, se forzó a los prisioneros de los campos de concentración a sentarse en agua helada o se los dejó desnudos a la intemperie bajo temperaturas gélidas y durante horas. Se dejó a muchas víctimas congelarse despacio hasta la muerte, mientras que a otras se las recalentabas con frazadas o agua caliente, o con otros métodos que las dejaba con lesiones permanentes.

Figura 3: La recámara de los jueces en el Juicio de Nuremberg.

Al final de la guerra y en relación con estos estudios, se enjuició a 23 individuos por crímenes de guerra en Nuremberg, Alemania y se declaró culpable a 15 de ellos (Figura 3). Los procedimientos de los tribunales condujeron a una serie de guías, denominadas Código de Nuremberg, que limita la investigación en los sujetos humanos. Entre otras cosas, el Código de Nuremberg requiere que se informe a los individuos de la investigación a realizarse y que den su consentimiento. El primer estándar dice, "el consentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial." El código también declara que los riesgos de la investigación deben ser sopesados a la luz de los beneficios potenciales y requiere que los científicos eviten causar intencionalmente sufrimiento físico o mental debido a la investigación. De manera importante, el código también coloca la responsabilidad de la adhesión al código en "cada individuo que inicia, dirige o participa en el experimento". Este es un componente crítico del código que implica a cada científico que participa en un experimento, no solamente a los científicos de mayor antigüedad o a los autores principales de un trabajo. El Código Nuremberg se publicó en 1949 y todavía es un documento fundamental que guía el comportamiento ético en la investigación de los sujetos humanos y se lo ha complementado con guías y estándares adicionales en la mayoría de los países.

Otros principios éticos también guían la práctica de la investigación de los sujetos humanos. Por ejemplo, un número de fuentes de recursos gubernamentales limitan o excluyen fondos para el clonamiento de humanos debido a las cuestiones éticas que plantea esta práctica. Otra serie de guías éticas cubre los estudios con dispositivos y medicamentos terapéuticos. Si se encuentra que un tratamiento tiene efectos colaterales negativos y graves, se detiene la investigación sobre las propiedades terapéuticas de los dispositivos médicos o los medicamentos, antes de su término. De igual manera, los estudios terapéuticos a gran escala pueden acabarse antes de término si se encuentra que una droga o agente es muy beneficiosa, para que los pacientes del grupo de control (aquellos que no han recibido el medicamento o agente eficiente) también puedan recibir el tratamiento nuevo y beneficiarse del mismo.

Punto de Comprensión
El Código de Nuremberg responsabiliza a __________ de proteger a los seres humanos.
Incorrect.
Correct!

Errores versus mala conducta

Los científicos son falibles y cometen errores, pero estos no constituyen mala conducta. Algunas veces, sin embargo, la línea entre error y mala conducta no es clara. Por ejemplo, al final de la década de los años ochenta, un número de grupos de investigación estudiaban la hipótesis que se podía forzar la fusión de los átomos del deuterio a temperatura ambiente, lo que liberaba una enorme cantidad de energía. La fusión nuclear no era un tema nuevo en esos años ochenta, pero los investigadores de la época solamente eran capaces de iniciar la fusión a temperaturas muy elevadas, por lo que la fusión a temperaturas bajas constituía una gran promesa como una fuente de energía.

Dos científicos de la Universidad de Utah, Stanley Pons y Marin Fleischmann, hacían parte de los investigadores que trabajaban el tema y habían construido un sistema usando un electrodo de paladio y agua deuterizada para investigar el potencial de la reacciones de las fusiones a baja temperatura. A medida que trabajaban con sus sistema, notaron que se generaba un exceso de cantidad de calor. A pesar de que no todos los datos que recopilaron eran concluyentes, propusieron que el calor era una prueba de que en el sistema ocurría una fusión. En vez de repetir y publicar su trabajo para que otros pudiesen confirmar los resultados, Pons y Fleischmann estaban preocupados de que otros científicos pudiesen anunciar resultados similares y esperaban poder patentar su invento, por lo que se precipitaron en anunciar su innovación. En 23 de marzo de 1989, Pons y Fleischmann, con el apoyo de su universidad, dieron una conferencia de prensa y anunciaron el descubrimiento de una "fuente de energía inagotable."

Figura 4: Un reactor de fusión fría del centro de investigación naval. El anuncio prematuro de Pons y Fleischmann perjudicó los esfuerzos légitimos en este campo.

El anuncio del reactor de "fusión fría" de Pons y Fleischmann (Figura 4) causó un entusiasmo inmediato en la prensa y las compañías de noticias nacionales e internacionales más importantes lo cubrieron. Los científicos criticaron y elogiaron simultáneamente el anuncio. El 12 de abril, Pons recibió una ovación de pie de aproximadamente 7,000 químicos en la reunión semestral de la Sociedad Química Americana. Sin embargo, muchos científicos criticaron a los investigadores por haber anunciado su descubrimiento en la prensa popular en vez de hacerlo a través de la literatura revisada por colegas. Pons y Fleischmann finalmente publicaron sus conclusiones en u artículo científico (Fleischmann et al., 1990), pero algunos problemas ya eran visibles. Los investigadores tenían dificultades para mostrar pruebas en la producción de neutrones en su sistema, una característica que hubiese confirmado la incidencia de las reacciones de fusiones. El 1 de mayo de 1989, en una dramática reunión en la Sociedad Física Americana, menos de cinco semanas después de la conferencia de prensa en Utah, Steven Koonin, Nathan Lewis, y Charles Barnes de Caltech anunciaron que habían duplicado las condiciones experimentales de Pons y Fleischmann, habían encontrado numerosos errores en las conclusiones científicas y, además, anunciaron que no habían encontrado evidencia alguna de la fusión que ocurría en el sistema. Poco tiempo después, el Departamento de Energía de los EE. UU. publicó un informe que declaraba que "a la fecha, el informe de los resultados experimentales no presenta pruebas convincentes que el fenómeno atribuido a la fusión fría no resultara en fuentes útiles de energía."

Aunque las conclusiones de Pons y Fleischmann fueron desacreditadas, no se los acusó de fraude; no habían inventado resultados o intentado engañar a otros científicos, sino que habían hecho públicos sus resultados a través de medios poco convencionales antes de pasar por el proceso de la revisión de colegas. Finalmente, Pons y Fleischmann se retiraron de la Universidad de Utah para trabajar como científicos en el sector industrial. Sin embargo, sus errores no les afectaron a ellos solamente, sino que sus actos desacreditaron a toda la comunidad de investigadores legítimos investigando la fusión fría. La frase "fusión fría" se convirtió en sinónimo de ciencia basura y se evaporaron los fondos federales para este campo. Tuvieron que pasar quince años de investigaciones legitimas y una nueva denominación, "reacciones nucleares de energía baja" en vez de fusión fría, antes de que le Departamento de Energía de los EE. UU. considerase de nuevo dar fondos para experimentos con un buen diseño en este campo (DOE SC, 2004).

Punto de Comprensión
Cuando una investigación defectuosa es el resultado de errores en lugar de un fraude deliberado,
Correct!
Incorrect.

Decisiones éticas cotidianas

Los científicos también se enfrentan a decisiones éticas en circunstancias más comunes y cotidianas. Por ejemplo, la autoria de los trabajos de investigación puede provocar cuestionamientos. Se espera que los autores de un trabajo hayan, de alguna manera, contribuido materialmente al trabajo y que estén familiarizados con el trabajo, además de supervisarlo. Los autores de Jan Hendrik Schön fallaron claramente en su responsabilidad. Algunas veces las personas recién llegadas a un campo buscarán añadir a sus trabajos o propuestas los nombres de científicos con experiencia para aumentar la percepción de la importancia del trabajo. Aunque esto puede resultar en una valiosa colaboración en las ciencias, puede provocar preguntas sobre la ética en cuanto a la responsabilidad en las publicaciones de investigaciones, si los autores de mayor renombre o antigüedad simplemente aceptan autorías "honorarias" y no contribuyen en el trabajo.

La fuente de financiamiento de un científico también puede sesgar su trabajo. Aunque los científicos generalmente reconocen sus fuentes de financiamiento en sus trabajos, varios casos donde no se han revelado adecuadamente han provocado preocupación. Por ejemplo, en 2006, la Dr. Claudia Henschke, una radióloga de Weill Cornell Medical College, publicó un trabajo que sugería que practicarle escaneos de pecho CT a fumadores y exfumadores podía reducir dramáticamente el número de muertes por cáncer de pulmón, (Henschke et al., 2006). Sin embargo, Henschke no reveló que la fundación que había financiado su investigación, estaba casi totalmente financiada por Ligett Tobacco. El caso causó una protesta en la comunidad científica debido al sesgo potencial en la trivialización del impacto del cáncer de pulmón. Casi dos años después la Dr. Henschke publicó una corrección en la revista y reveló el financiamiento del estudio (Henschke, 2008). Como resultado de este y otros casos, muchas revistas instituyeron requisitos más estrictos sobre la revelación de las fuentes de financiamiento para la publicación de investigaciones.

Hacer respetar los estándares éticos

Gran número de incidentes han provocado el desarrollo de estándares claros y legales que se puedan ejecutar en la ciencia. Por ejemplo, en 1932, el Servicio de Salud Pública de EE. UU. ubicado en Tuskegee, Alabama, inició un estudio de los efectos de la sífilis en los hombres. Cuando el estudio empezó, los tratamientos médicos disponibles para la sífilis eran muy tóxicos y de una eficacia cuestionable. Por ende, el estudio buscaba determinar si los pacientes con sífilis estaban mejor recibiendo esos tratamientos peligrosos o no. Los investigadores reclutaron a 399 hombres negros con sífilis y 201 hombres sin sífilis (para el grupo de control). No se pidió el consentimiento a los individuos que participaron en lo que se llamaría el Estudio Tuskegee sobre Sífilis y no se les informó su diagnóstico; sino que se les dijo que tenían "sangre mala" y que podían recibir gratuitamente tratamiento médico (que frecuentemente consistía en no administrar nada), viajes a la clínica, comida y seguro funeral en caso de su muerte si participaban en el estudio.

Para el año 1947, la penicilina ya era un tratamiento eficaz para la sífilis. Sin embargo, en vez de tratar a los participantes infectados con penicilina y concluir el estudio, los investigadores de Tuskegee retuvieron la penicilina y la información sobre el medicamento en nombre del estudio sobre cómo se expande la sífilis y mata a sus victimas. El inescrupuloso estudio continuó hasta 1972, cuando una filtración a la prensa provocó una protesta de parte del público y su final. En ese entonces, sin embargo, 28 de los que participaron al principio habían muerto de sífilis y otros 100 murieron por las complicaciones médicas asociadas a esta enfermedad. Es más, 40 esposas de los participantes habían contraído la enfermedad y 19 niños nacieron con la misma.

Como resultado del Estudio Tuskeggen sobre Sífilis y el juicio a los doctores en Nuremberg, el congreso de los EE. UU. aprobó la Ley Nacional para la Investigación en 1974. La ley crea una Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos en la Investigación Biomédica y de Comportamiento, dedicada a regular y supervisar el uso de los experimentos en los humanos y definir los requisitos para las Juntas Institucionales de Revisión (Institutional Review Boards, IRB). Como resultado, todas las instituciones que reciben financiamiento federal para la investigación debe establecer y mantener un IRB, una junta independiente de investigadores preparados que revisan los planes de investigación en los que participan sujetos humanos para asegurar que se mantienen los estándares éticos. La junta de una institución debe aprobar todas las investigaciones con sujetos humanos antes de que esta se inicie. Las regulaciones para la operación de la junta son emitidas por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU.

Es también importante que los científicos, de manera individual, hagan cumplir los estándares éticos en la profesión mediante la promoción de publicaciones accesibles al público y la presentación de los métodos y los resultados que le permitan a otros científicos reproducir y validar su trabajo y conclusiones. Las organizaciones asociadas al gobierno federal, como la Academia Nacional de la Ciencia, publica guías éticas para individuos como el libro On Being a Scientist (al cual se puede acceder a través del enlace en la pestaña de enlaces ) (National Academy of Sciences, 1995). La Oficina de los EE. UU. para la Integridad de la Investigación también promueve la ética en la investigación mediante el monitoreo y el examen de las malas conductas en las investigaciones institucionales y la promoción de la educación sobre este tema.

La ética en la ciencia es similar a la ética en nuestra sociedad en general: promueve una conducta razonable y una cooperación eficaz entre los individuos. Aunque existen infracciones de la ética científica, como ocurren en la sociedad en general, se las trata rápidamente cuando se las identifica. Además nos ayudan a entender la importancia de la conducta ética en nuestras prácticas profesionales. La adhesión a la ética científica asegura que los datos recopilados durante la investigación son confiables y que las interpretaciones son razonables y stienen mérito. Esto permite que el trabajo del científico forme parte del cúmulo de conocimiento científico.


Anthony Carpi, Ph.D., Anne E. Egger, Ph.D. “La Ética Científica” Visionlearning Vol. POS-2 (5), 2009.

Referencias

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